La Catarsis Aristotélica

Aristóteles dijo alguna vez que a la gente le gustaba el teatro por que al terminar una función uno salía con mejor ánimo del teatro que con el que había entrado. Y esto no es nada ilógico, ya que si nos ponemos a pensarlo, al ver sufrir al protagonista de algún drama nosotros nos sentimos identificados con él y con su sufrimiento, y esto de alguna manera nos ayuda a echar para afuera esas emociones negativas que a veces nos hacen tan incomoda la vida. A este proceso Aristóteles lo llamó Catarsis (que en griego quiere decir purificación). ¿Tú no has notado que hay temporadas en las que se siente una especie de malestar en la cabeza, como una especie de angustia crónica (a mi me gusta llamarla una “comezón metafísica”, si me disculpan la pedantería) y que muchas veces no sabes a que se debe? Bueno, pues el filósofo griego explicaba que esa sensación se debe a que nosotros los seres humanos tenemos emociones reprimidas que siempre están buscando salir, pero que no encuentran el modo de hacerlo. Es como si taparas un embudo y siguieras echando agua dentro de él, entre más agua viertas, mayor será la presión sobre el tapón. Bueno, pues el teatro según este señor es como una especie de acido o de taladro que destruye este tapón y deja fluir lo que tenemos guardado dentro de nosotros.

El resto de las artes también tienen este efecto sanador; todos tenemos una canción que nos hace llorar, un verso que hace que sintamos la cabeza estallar, una pintura que nos da vértigo, una película que nos enamora, etc. A su vez, también la creación de arte tiene estas mismas propiedades, ya que no es casualidad que uno pueda distinguir entre un guitarrista que esta ejecutando con pasión una pieza musical y otro que simplemente esta tocando de manera mecánica. Después de saber esto no nos parecerá tan ilógico que muchos artistas tengan fama de ser desequilibrados mentales, ya que para una vida interior tan turbulenta como la que llevan ellos, el arte seguramente es una fuente de alivio tan grande y placentera como para otros podrían serlo las drogas. Muy a su manera tu mama cuando te esta bordando un sweater es igual a Jim Morrison cuando escribía sus canciones, así que podrías ser mas considerado la próxima vez y ponerte ese feo sweater café que ella te regalo la navidad pasada.

Una vez leí en un libro de Carlos Cuauhtémoc Sánchez que si uno quería alcanzar sus metas en la vida debería empezar a poner manos a la obra y encomendarse a Dios en vez de estar viendo películas sentado en el sofá. A mí en lo personal me resulta muchísimo mas útil quedarme en mi casa los domingos a ver una película que ir hasta la iglesia y luego perder una hora de mi tiempo aburriéndome y siendo cómplice de una beatitud grupal digna de un Oscar. A mi parecer, una persona que llora viendo una película es una persona que aun tiene remedio. Pero ay tú dijo el joto.